Alejandro Rodríguez Juele
La historia de mis historietas

jueves, 25 de abril de 2013

El fin del regreso

Ahora que se terminó de publicar "Regreso a las Montañas de la Locura" en Marche un Cuadrito, es un buen momento para hacer algunos comentarios sobre mi trabajo como dibujante de esta fantástica aventura escrita por Rodolfo Santullo siguiendo los pasos del gran Howard Phillips.

"Regreso..." es una nueva lectura de un clásico del terror y la ciencia ficción. Se han escrito y dibujado muchos cómics a partir de la nouvelle "At the Mountains of Madness", desde su publicación en 1936. Fue un gran desafío buscar un camino propio en un terreno por el que ya han caminado grandes creadores.

La opción de Rodolfo por la aventura folletinesca, con el agregado de un "villano" nazi y un par de protagonistas uruguayos, me daba un punto de partida fresco y original. Mi intención desde el comienzo fue alejarme de la estética expresionista de Alberto Breccia o del estilo más fantástico de Enrique Breccia, por nombrar a dos de los mejores artistas que dibujaron a Lovecraft. Mi opción fue ir por el realismo "línea clara": paisajes y vehículos dibujados en forma realista con personajes altamente estilizados. Desde el comienzo, esta historia está contada como un hecho real y verosímil.

Además de ser un estilo en el que me siento cómodo, me pareció que era lo más adecuado para ser fiel tanto el guión de Santullo como a la obra de HPL. Hasta que aparecen los primeros indicios del horror, promediando la narración, se trata de un clásico relato de exploración científica. Los largos párrafos de  descripciones geográficas y técnicas de Lovecraft se transformaron en nuestra historieta en detallados dibujos del barco, los aviones y demás implementos científicos usados por los exploradores.

Además me di el gusto de incluir un par de ilustraciones "documentales" separando los capítulos. La primera es un mapa de la Antártida, donde las expediciones reales que habían tenido lugar hasta la fecha de nuestro relato se superponen con la ficcional Expedición Miskatonic y nuestra Expedición Körinth. Es una forma de seguir el juego lovecraftiano de ficción y realidad. También aparecen allí los retratos de Lake, Dyer y Danforth, personajes de Lovecraft, junto a nuestros héroes Staller, Fornari, Malucci y Hoffman. Hay que decir que Dyer tiene un gran parecido con Santullo y el Ingeniero Pabodie es mi alter ego. El desafortunado estudiante Danforth, cuyo nombre de pila no se nombra en ATMOM, lleva los rasgos del propio Lovecraft.

La segunda ilustración son los cuadernos de notas de la Dra. Malucci, en los que describe minuciosamente los restos de la misteriosa forma de vida encontrada bajo el hielo de la Antártida. La descripción científica del monstruo inerte nos prepara para el horror que sucederá a continuación. Ese es el mecanismo al que intenté recurrir: no sugerir el espanto a través de imágenes impresionantes sino como algo totalmente real que irrumpe en un mundo donde todo parece controlado, o así lo creen los protagonistas (aunque las señales y premoniciones van apareciendo como un mecanismo de relojería). Mis monstruos son objetos tangibles, que existen en nuestro mundo físico. La posibilidad de que en las montañas de la Antártida vivan los sobrevivientes de una raza anterior a nuestro mundo es una idea horrorífica en sí misma. Pero no es un sueño ni algo sobrenatural. Los monstruos de Lovecraft nos aterran justamente porque son entidades reales.

(Atención, a partir de aquí siguen spoilers sobre la trama de RALMDLL y ATMOM)

Pero ¿cómo representar esos seres que provienen de una realidad que trasciende toda la experiencia humana? ¿Cómo dibujar un monstruo que ya ha sido dibujado miles de veces? Cuando me enfrenté a ese desafío tomé una serie de decisiones de partida:

Los Antiguos aparecen como restos arqueológicos. HPL los escribe minuciosamente, dando sus diámetros y medidas. Decidí ser fiel a esas descripciones, pero mostrarlos como organismos en descomposición. Como restos dañados por el paso del tiempo. También decidí ser progresivo en el detalle. Cuando Malucci descubre los primeros ejemplares, sólo vemos unos objetos oblongos con tentáculos y filamentos que cuelgan por sus extremos. A medida que la bióloga los va analizando, sus partes empiezan a diferenciarse, hasta que en la escena de la disección finalmente los vemos como organismos que estuvieron vivos. Más adelante, en los relatos de Staller, podemos verlos en acción, con sus extremidades en movimiento.

Pero el mayor desafío son los Shoggots. Lovecraft no los describe nunca. sólo podemos hacernos una idea de su aspecto por el efecto que causan en Dyer y Danforth. La principal imagen que nos trasmite es la multiplicidad de ojos y una cualidad de movimiento incesante. Siguiendo mi premisa de que los monstruos son físicos y tangibles, ¿cuál puede ser la forma de un ser a la vez finito e infinito? Encontré la respuesta en las matemáticas. Existe una forma que es a la vez cerrada (con un adentro y un afuera) e infinita. Son los fractales. La fórmula matemática de Mandelbrot define con certeza si un punto pertenece o no al conjunto, pero a medida que nos acercamos al borde, el cálculo se va haciendo infinitamente más complejo. Es por lo tanto imposible definir el total de los puntos que pertenecen al conjunto. Es la forma de los shoggots: una superficie que se pliega sobre sí misma en modo infinito. Cada sector del Conjunto de Mandelbrot es autosimilar. Su aspecto es independiente de la escala. Si ampliamos una parte veremos que es idéntica a la parte mayor. Los shoggots son seres que existen en nuestras tres dimensiones sin dejar de ser infinitos e inabarcables por la percepción humana.

Es memorable el efecto que causa la visión de un Shoggot en la mente frágil de Danforth. El narrador de ATMOM, Dyer, logra arrastrarlo fuera de la ciudad, mientras el pobre estudiante recita incesantemente la lista de las estaciones del "Tube" londinense. Lo que acaban de ver evoca en la memoria de Danforth a los vagones de un tren subterráneo pasando a toda velocidad junto al andén, la paradoja visual de algo a la vez estático y cambiante, lleno de ojos e imposible de percibir nítidamente. Algo similar a "Frank", el humo negro de la serie "Lost".

Próximo post: una ciudad perdida en las montañas.